Conocer de alguna manera la región más fría e inhóspita del planeta, su fauna, flora, así como aproximarnos al régimen de vida de los científicos que realizan sus investigaciones (gracias a la firma de Tratado Antártico firmado en 1959) en condiciones extremas, han sido algunos de los objetivos que nos planteamos con la debida antelación.
Los alumnos realizaron actividades de preparación de carácter general (para todo el ciclo) y otras que sus tutores estimaron oportunas, adaptadas a las diversas áreas de conocimiento (Lenguaje, Conocimiento del Medio...).
Valgan como ejemplo la audición que se presentó sobre la vida de Roald Amundsen, de la que tuvieron los alumnos que obtener y redactar, al menos, diez datos relevantes, o la amplia información que se facilitó sobre la formación del “continente antártico”, sus características físicas y su biología.
Experiencias interesantes han proporcionado los vídeos o las reproducciones de diferentes espacios de la estación científica española que se exhiben.
Motivo de especial distracción lo protagonizan los videojuegos diseñados para la virtual conducción de trineos a motor para recogida de meteoritos, y... cómo no, la permanencia durante un minuto en la llamada habitación fría, donde aguantamos voluntariamente ese tiempo a diez grados bajo cero.
Una queja sólo: pensamos que, al menos ese día, hubo demasiados grupos escolares, lo que impedía detenernos el tiempo suficiente para poder leer, comentar o tomar apuntes sobre los paneles expuestos.
La visita no terminó ahí. También contemplamos la preciosa exposición de autómatas ("Autómatas: arte y mecánica"), donde increíbles ingenios mecánicos daban vida a pequeños personajes de madera o metal que unas veces montaban en bici, otras servían bebida o incluso nos dejaban acceder a sus sueños.
Por último una muestra del antiguo arte de la cetrería, y... para casa.
[Las fotografías que adjuntamos recogen algunos momentos de la interesante jornada.]
Los maestros del ciclo.
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