En esta ocasión, Las Olvidadas de Ángeles Caso fue protagonista de la puesta en común.
El libro pone de manifiesto una muy larga época durante la cual la mujer era conscientemente relegada al plano de lo invisible. Ángeles Caso arguye el miedo del hombre a sentirse, al menos, en igualdad ante el sexo femenino.
Como quiera que el estudio de la historia ayuda a prever el futuro (¡dependiendo de quien la interprete, claro está!), sírvanos el libro para reflexionar también que en los albores del siglo XXI existen sociedades ancladas en el medievo que practican por ley, no sólo la vejación sino, hasta la mutilación de órganos en la mujer; sociedades en las que aquellas celosías que tanto llamaron la atención a Madame D’Aulnoy, las portan, de tela, ante sus rostros, muchas mujeres en la actualidad, sin que nadie parezca preocuparse mucho por ello. ¿Acaso no merece este asunto mucha más atención y firmeza que (por ejemplo) la superficial y vacua evaluación de vocablos que “atentan” contra lo femenino?
Si en siglos pasados la misoginia era una práctica desarrollada al descubierto con total impunidad y, a veces, amparada y normalizada por Concilios que nada tienen que ver con la auténtica Iglesia que Jesucristo preconizó, tengamos ahora cuidado con la sutil alienación que el falso progresismo en particular y la actual sociedad de consumo en general viene fraguando y que amenaza la inteligencia, la sabiduría, la constancia, la fortaleza y demás virtudes que el sexo femenino posee en la mismas proporciones que el hombre (quien, por cierto, también padece la sutileza de dicho ataque).
El texto de Caso hace justicia a unas mujeres de valía extraordinaria, “olvidadas” a la fuerza, perjudicadas voluntariamente, y cuyo perjuicio, también lo ha sido para la Humanidad.
El libro pone de manifiesto una muy larga época durante la cual la mujer era conscientemente relegada al plano de lo invisible. Ángeles Caso arguye el miedo del hombre a sentirse, al menos, en igualdad ante el sexo femenino.
Como quiera que el estudio de la historia ayuda a prever el futuro (¡dependiendo de quien la interprete, claro está!), sírvanos el libro para reflexionar también que en los albores del siglo XXI existen sociedades ancladas en el medievo que practican por ley, no sólo la vejación sino, hasta la mutilación de órganos en la mujer; sociedades en las que aquellas celosías que tanto llamaron la atención a Madame D’Aulnoy, las portan, de tela, ante sus rostros, muchas mujeres en la actualidad, sin que nadie parezca preocuparse mucho por ello. ¿Acaso no merece este asunto mucha más atención y firmeza que (por ejemplo) la superficial y vacua evaluación de vocablos que “atentan” contra lo femenino?
Si en siglos pasados la misoginia era una práctica desarrollada al descubierto con total impunidad y, a veces, amparada y normalizada por Concilios que nada tienen que ver con la auténtica Iglesia que Jesucristo preconizó, tengamos ahora cuidado con la sutil alienación que el falso progresismo en particular y la actual sociedad de consumo en general viene fraguando y que amenaza la inteligencia, la sabiduría, la constancia, la fortaleza y demás virtudes que el sexo femenino posee en la mismas proporciones que el hombre (quien, por cierto, también padece la sutileza de dicho ataque).
El texto de Caso hace justicia a unas mujeres de valía extraordinaria, “olvidadas” a la fuerza, perjudicadas voluntariamente, y cuyo perjuicio, también lo ha sido para la Humanidad.
Luis G. Ortiz de Luque
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